Comentario
En la primavera del año 333 a.C. Alejandro está enfermo en Tarsos. Recuperado de su enfermedad, se dispone a presentar batalla a Darío en Siria, por lo que se encamina a las Puertas Sirias tras dejar a sus soldados enfermos y heridos en la ciudad de Issos. Tras establecer un campamento a la entrada de las Puertas recibió la noticia de que las tropas persas estaban a sus espaldas, ya que habían accedido a la llanura tras franquear un paso desconocido para los griegos: las Puertas Amanníes.
Tras pasar por la ciudad de Issos, torturando y ejecutando a los heridos macedonios, Darío se situó con sus tropas en la orilla del río Píramo. Los persas contaban con unos 200.000 soldados, entre los que destacaban los mercenarios griegos -que constituían el centro de la formación- y los famosos Diez Mil Inmortales, la tropa de élite de Darío. En la orilla del río esperaban a Alejandro, dirigiendo a unos 40.000 soldados macedonios y griegos.
Cuando el rey macedonio se dispuso a hacer frente a los persas, una tropa de caballería se adelantó de la disposición táctica persa para atacar a los griegos. Alejandro envió a su caballería tracia para contrarrestar el avance persa, obteniendo tras larga lucha la victoria los caballeros de Alejandro. Entretanto, Alejandro dispuso a su ejército para luchar en tres frentes, atacando los flancos y el centro de la formación persa. La infantería macedonia avanzaba para enfrentarse a los mercenarios griegos tras cruzar el río. Una maniobra envolvente de los macedonios permitió su victoria. Las tropas de Alejandro iban consiguiendo imponerse en cada uno de sus frentes, lo que motivó la huida de Darío con su estado mayor. El rey macedonio persiguió al persa pero no le dio alcance.
El triunfo de Alejandro le abriría las puertas de Siria y, por extensión, de Asia. La caída del Imperio Persa era cuestión de tiempo, de poco tiempo.